• LAS CHICAS DE CAMPO
  • Autor Edna O´Brien
  • Editorial Ed. Errata Naturae, Madrid, 2013
  • Traductor Regina López Muñoz
  • nº páginas 304

Edna O´Brien. LAS CHICAS DE CAMPO

03/2/2014 - JOSÉ MARÍA GUELBENZU

Las chicas de campo se publicó en 1960 y causó un gran escándalo en la pacata sociedad irlandesa de la época. En ella se cuenta la vida de una muchacha del medio rural, perteneciente a una familia tradicional y pobre, en la que la madre está reducida a ser la esclava del hogar y el padre se comporta como un borrachín ignorante y poseído de su miserable poder de cabeza de familia. Caithlin, la muchacha, ama a su madre con la inquietud típica de las personas que se sienten desamparadas y temen perder su único asidero y teme y detesta a su padre. Tiene una amiga, Baba, dominante; se siente dependiente de ella y esto la disgusta, pero no puede prescindir de ella. (-Pobre Caithlin, eres el pelele de Baba -le dice en una ocasión el padre de su amiga, un hombre sensible y de buenos sentimientos). La relación de atracción-rechazo de Caithlin con Baba, un contraste lúcido y significativo, es uno de los muchos aciertos del libro porque su claroscuro está lleno de delicadeza y verdad.

Cuando muere la madre de Caithlin, en un accidente, el desamparo de la muchacha la lleva a dejarse acoger por la familia de Baba, lo cual la separa de su casa, que su padre se ve obligado a vender por su mala cabeza. Toda la primera parte del libro es un retrato de la vida rural en Irlanda en los años 50 y alrededor de Caithlin van apareciendo diversos personajes, gente ignorante en general, pero sencilla y compasiva, y también un par de hipócritas adultos que merodean taimadamente en torno a ella. La segunda parte relata la estancia en un internado al que es enviada gracias a una beca y en el que la acompaña su amiga Baba, enviada por sus padres, de mejor posición económica. Tanto las circunstancias y el ambiente que rodea la muerte de la madre, de hermoso halo dramático, como la entrada y los primeros días en el internado, están descritas con maestría y emoción, pero siempre dentro de una serenidad de escritura que revelan a una autora tan perspicaz como inteligente. Porque la historia que se nos relata es dura, pero bajo ella residen un candor y una sencillez admirables que casan a la perfección con la adolescencia de las dos muchachas.

En la tercera parte, ambas se van a vivir a Dublin. Caithlin ha de trabajar y estudiar. Para ella, más timorata, y su audaz amiga, el acceso a la ciudad significa, ante todo, la libertad. Una libertad que utilizan de manera tan alocada como enternecedora. La aparición de un hombre casado, el señor Gentleman, un elegante del pueblo de ambas que para Caithlin representa un ideal amoroso, pone una nota de esperanza en la vida de Caithlin. La visión de Dublin, sus salidas y paseos, tienen el encanto del descubrimiento juvenil del mundo, la confrontación de los sueños con una realidad personal y urbana que, por modesta que sea, les parece deslumbrante; y es el relato de esta situación, la finura de matices con que se presenta, la calidad de sentimientos y sensaciones, lo que encamina la novela hacia su final, no por previsible menos sugerente.

Hay una bella imagen de la madre de Caithlin que puede aplicarse a ella: "Era como un gorrión en medio de una nevada: parda, aterrada, sola". Pero el gorrión a volar y esta novela es el admirable retrato de ese vuelo. Entre esta y su última novela, La luz del atardecer (Espasa, 2009) hay un camino literario que va de la formidable sencillez de la primera una estructura compleja de la relación madre-hija. Al final, todas las historias de Edna O´Brien hablan de mujeres en tribulación que son, a la vez, "espejo oscuro de los hombres".

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