• Mosquitos
  • Autor William Faulkner
  • Editorial Ed. Alfabia, Barcelona, 2009
  • nº páginas 468

William Faulkner. MOSQUITOS

24/11/2010 - JOSÉ MARÍA GUELBENZU

Hacía ya muchos años de la publicación por vez primera de esta novela de William Faulkner en español (Siglo Veinte, Argentina, 1956). Ahora acaba de aparecer en España (aunque lleva fecha de edición 2009) en una nueva traducción, un tanto rígida y con alguna frase incomprensible al comienzo, que luego ya va fluyendo más convincentemente. Mosquitos es la segunda novela de Faulkner y con la primera, Soldier´s pay, completa el período de aprendizaje antes de entrar en su primera obra de importancia, Sartoris, cuyo manuscrito íntegro y no reelaborado se conoce con el título de Banderas sobre el polvo.
Volver a estas alturas sobre Mosquitos es una experiencia fascinante para el lector de Faulkner porque va a descubrir o a redescubrir en ella a un Faulkner primerizo, aún no dueño de su mundo narrativo, pero con todas sus claves esbozadas o ensayadas.
La novela se centra en la Nueva Orleáns de los años veinte. Un grupo de artistas, esnobs y gente de la alta sociedad son invitados de un crucero de cuatro días por el lago Pontchartrain. La anfitriona es la señora Maurier, una especie de mecenas que pretende pastorear con escaso éxito al pintoresco grupo. Hay un grupo de hombres y mujeres adultos, ya mayores, y un grupo de jóvenes, dos de los cuales son verdaderos advenedizos en esa compañía. La acción transcurre entre charlas y más charlas, tan agotadoras como recurrentes, una palabrería que regula las relaciones entre ellos, “la total y desconsoladora estupidez de las palabras”.
La construcción de las frases y la creación de imágenes, insólitas a menudo, son ya característicamente faulknerianas. Alcanzan una altura expresiva notable en la brillante interacción entre descripción y diálogos. La escritura de Faulkner obliga a menudo al lector a terminar de construir la escena; por ejemplo, cuando hablan Gordon y Pat, la sobrina de la Sra. Maurier, en el estudio de aquel: no ofrece posiciones espaciales sino verbales y hay que adivinar quién habla y situarlos según hablan. Esta deliberada ambigüedad está presente en numerosas partes del texto y muestra ya claramente esa actitud del autor, decisiva para la narrativa del siglo XX, de desaparecer tras los personajes que ha marcado sus grandes logros, como sucede con el Benjy de El ruido y la furia. También encontramos aquí varios ejemplos de uso del “Stream of consciousness” (vid. Pág 765 y ss.) que, en la parte final, toma carta de naturaleza con una complejidad expresiva que señala directamente a Joyce y lleva aún más directamente al prodigioso monólogo interior de Quentin Compson, también en El ruido y la furia. Y habrá quien recuerde a la pareja de Palmeras salvajes, en la huída por los pantanos de los jóvenes Pat y David.
Los dos temas centrales de la novela son la sátira que contiene sobre la sociedad literaria y elitista de Nueva Orleáns –es una “novela en clave” respecto a algunos personajes reales, incluído el Faulkner que aparece en las páginas 2020-203- y la sexualidad centrada en torno a la juventud, la edad y la decadencia de la carne. Novela menor, pero intensamente faulkneriana, que alcanza un clima de rara intensidad.

José María Guelbenzu.

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