• Esperando noticias
  • Autor Kate Atkinson
  • Editorial Ed. Lumen, Barcelona, 2011
  • Traductor Patricia Antón
  • nº páginas 478

Kate Atkinson. ESPERANDO NOTICIAS

27/9/2011 - JOSÉ MARÍA GUELBENZU

Entre el espeso paisaje macabro, sanguinolento y psicopático que invade la novela negra contemporánea, a veces se hace la luz. Esperando noticias, la novela de la inglesa Kate Atkinson, es un golpe de luz en esa espesura. Se la ha bautizado como “la nueva P.D. James”, pero eso, como siempre en tales comparaciones, no es más que un slogan publicitario que a todo escritor de fuste le desagrada porque su deseo natural es ser singular. Pero sí cabe admitir que esta novela, al menos, no tiene nada que envidiar a las de P.D. James o de Fred Vargas aunque su estilo la aproxima más a la primera por pura tradición inglesa aunque debo hacer notar que se nutre también de fuentes continentales, lo que tiene que ver con su peculiar estilo. En todo caso, estamos ante una novela verdaderamente excelente.
Atkinson utiliza un procedimiento clásico para abrir el libro: un suceso impactante ocurrido treinta años antes del presente narrativo. Un individuo ataca sin motivo a una madre con sus dos hijas y un bebé y los acuchilla sin piedad; sólo la menor de las niñas consigue escapar huyendo a campo traviesa por un trigal, donde logra pasar desapercibida hasta que la encuentra la policía que rastrea la zona. Esta niña es ahora la doctora Hunter, casada, madre de un bebé. El asesino, que ha cumplido su condena, va a ser puesto en libertad en breve.
A partir de aquí, se despliegan una serie de personajes muy bien construídos: el peculiar detective Jackson Brodie, un tipo casado tres veces, la última con una mujer muy guapa y muy joven, es un tipo tan agradable como despistado; la inspectora jefe Monroe, una mujer de carácter fuerte, impulsiva y llena de contradicciones, casada con un hombre mayor y casi perfecto; la adolescente Reggie Chase, de aspecto infantil, cuidadora del hijo de la doctora Hunter, huérfana, con un hermano delincuente, acostumbrada a buscarse la vida… Y todos ellos coinciden en una necesidad, la de la solidez en el afecto, de la que carecen. Reggie es acogida a veces por una antigua maestra, la Srta. McDonald, enferma de cáncer y retirada. Y una noche, la señorita McDonald provoca involuntariamente un accidente de tren que va a reunir todas estas vidas en un pañuelo.
Kate Atkinson ha jugado fuerte la baza literaria y sus personajes son complejos y bien acabados. Ella utiliza un solo narrador, un narrador neutro que nos va contando lo que sucede en el interior de todos los personajes de manera que cada uno se construye a sí mismo y tiene su espacio aparte y su identidad propia. Atkinson utiliza la técnica de “un paso adelante y dos atrás” y así cada personaje, cuando entra en acción por el motivo que sea, avanza sobre la acción y retrocede sobre su pasado, de manera que nos encontramos ante una serie de mentes en conflicto que monologan por persona interpuesta (el narrador) y se van caracterizando cada uno al descubrirnos su vidas anteriores y su personalidad presente, personalidad que va siendo puesta a prueba a medida que se suceden los acontecimientos. El trabajo es muy complejo; es como si un marionetista se viera obligado a trabajar con sólo dos manos y al menos seis o siete marionetas a la vez; y la verdad es que Atkinson no sólo sale airosa del trance sino que además, tras mostrarlos y desarrollarlos, va atando los cabos de la trama, uno tras otro, de manera impecable. Y todo ello transcurre, como en un armónico concierto complejo, sobre la presencia de la muerte como un ostinato a lo largo de toda la narración que es un verdadero hallazgo. La lucha por la vida es severa, el mundo es un lugar hostil cuando el mal cae sobre alguien, uno se salva solo y no hay final feliz sino final a secas, pero la vida es sólo para los valerosos porque la supervivencia es siempre, a la larga, una cuestión de decisión personal. Así es como ve el mundo la autora y así es como lo viven sus personajes.
El libro se mueve pausadamente; a veces da la impresión de perderse en los pensamientos que atañen al pasado de los personajes y a su propia actualidad en relación con ello, pero entonces el ritmo de las intrigas que confluirán al final se ocupa de volver a tomar el mando y tener al lector siempre interesado. La cantidad y calidad de recursos narrativos y expresivos de la autora es excelente. Aquí hay un verdadero conflicto humano a varias voces que muestra cómo la novela negra contemporánea puede alcanzar verdadera categoría literaria sin renunciar a su calidad de género porque la verdad literaria nada tiene que ver con el adocenamiento y el tópico con que tan a menudo el género se dedica a halagar a un público que sólo exige más de lo mismo.

José María Guelbenzu.

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