• Cecil
  • Autor Elizabeth Eliot
  • Editorial Cómplices, Barcelona, 2014
  • Traductor Catalina Martínez Muñoz
  • nº páginas 302

Elizabeth Eliot. Cecil

06/10/2022

Elizabeth Eliot, de nombre real Germaine Elizabeth Olive Eliot y perteneciente a la alta aristocracia inglesa nació el 13 de abril de 1911, era hija del octavo duque de St, Germans. Se casó dos veces, la primera con el mayor Thomas James en 1932 y la segunda con el duodécimo barón Kinard en 1952, del que recibió el título de Lady. En 1972 solicitó la nacionalidad estadounidense. Murió en Nueva York en 1991y escribió un total de cinco novelas, de las cuales Cecil es la última, fechada en 1961. Cecil es el hijo menor de lady Guthrie y hermano de padre de Charlie, el marido de lady Anne, la narradora de la novela. Charlie es hijo de sir David, marido de la primera lady Guthrie, ya fallecida, y Cecil es hijo de Sir David y la lady Guthrie actual. Ella es una aristócrata convencional de acuerdo a la tradición de la nobleza inglesa, una mujer enfermiza, o falsamente enfermiza, con aficiones espiritistas, tan dedicada a su hijo único que ha hecho de él un personaje dependiente, errático y sin oficio concreto. Charlie es diputado en el Parlamento y, al contrario que el un tanto morboso tándem formado por lady Guthrie y Cecil, él y lady Anne son un matrimonio con dos hijos y una mentalidad acorde con el mundo moderno.
Los primeros dos tercios de la novela muestran con toda propiedad las características de la clase alta perfectamente contado porque la autora pertenece a él. La narradora resume la opinión de sus allegados respecto a Cecil con un reproche contundente: ”y siempre lo mimaron y consintieron”. Esa es la relación entre madre e hijo, una relación de ida y vuelta obsesiva, morbosa y egoísta por ambas partes. La sociedad en la que viven todos responde al orden y deseo reconfortante de que el Todopoderoso ha dispuesto las cosas de tal modo que resulte imposible que uno se equivoque jamás. “Feliz a aquel que llega a la tumba sin haber sospechado nunca que una cuestión puede tener dos caras”. La descripción de ese mundo es una de las joyas que encierra esta novela, un mundo que pocas veces ha sido contado desde dentro con tal veracidad y eficiencia. Esa descripción es tan absorbente que el lector común se encuentra en él como pez en el agua sin perder la perspectiva. La sensibilidad que emana de tal retrato es perfectamente acorde con su realidad y la historia se desliza con toda facilidad en manos de una autora que combina a la perfección sense and sensibility.
En el último tercio la novela se dispara. Como si escribiera a lomos de un purasangre en su esfuerzo final en pos del triunfo, surgen la clase y coraje de la autora para dar fin a esta historia fascinante cuyo desenlace no puedo comentar si hacer lo que se llama hoy en día spoiler sin revelar anticipadamente el final que aguarda a los personajes con una resolución brutal y asombrosa en la que Lady Guthrie y la amante de su hijo acaban reunidas en un final tremendo que es pura y desnuda imaginación literaria de alto riesgo y no menor audacia. La novela inglesa ha dispuesto en el siglo XX de mujeres novelistas de buena cuna y notable calidad, como es el caso de Caroline Blackwood, Nancy Mitford o Vita Sackville-West, pero esta Elizabeth Eliot es un caso singular dentro de la poderosa narrativa femenina británica. Casi olvidada en el día de hoy, esta narración admirable es el redescubrimiento ejemplar de una escritora ejemplar esquinada por la Historia literaria anglosajona.

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